Reflexionar sobre poesía es una necesidad tanto personal como comunitaria. Es reflexionar sobre nuestra esencia de ser. Abrazar la poesía, es abrazarnos a nosotros mismos. La lucha está en conseguirlo.
Ahora que nuestro sistema parece haber relegado la poesía al rincón más marginal posible: el rincón de las afueras, es cuando más que nunca la poesía parece haberse rehabilitado. La poesía no es más show televisivo. Es acto íntimo que nos conecta. Pero sobre todo sin cargas. El mercado no forma más de ella: Y es mutuo, o viceversa.
Poesía es Màs Allà es un intento de abarcar el significado del texto que parece acercarnos a nuevos horizontes, o ser la herramienta por la cual alcanzarlos.
Este texto fue escrito para la presentación de Pueblo Joven II, pero ahora quiere ser publicado en una plaquette perdible. [Luis M. Hermoza]
I.
Imagina un horizonte. Tú horizonte. Estás
frente a él, y levantas la cabeza. Lo miras fijamente como apuntándole entre
los ojos.
Él te grita, te llama por tu nombre y tú
quieres alcanzarlo. Acércate. Estira los brazos, las manos, los dedos. Toma
coche, tren o avión. Y date por vencido: el horizonte siempre está más lejos.
Y no hablo sólo de distancia espacial,
sino también de tiempo: hablo de más allá.
Y sin embargo escuchas ese grito que te
llama, que no es un grito sino más bien eco. Él eco de nuestros antepasados, de
nuestra gran comunidad de muertos: el eco de, nuestra, historia; que viene, que
siempre viene, que amenaza por llegar, pero nunca llega, porque Horizonte
siempre está más allá, y viaja más rápido que su eco.
II.
El sentimiento poético nace de contemplar
ese horizonte, de la conmoción de lo imposible que además es inalcanzable.
Querer llegar a ese horizonte es impulso
poético, y expresarlo: POESÍA.
Poesía es la respuesta al llamado del
horizonte que cada uno lanza, una respuesta frustrada propia de seres de carne
y hueso, además con intelecto, que es lo peor.
Poesía para mentar lo que no podemos
tocar, que está delante nuestro, tan cerca y a la vez tan lejos, que parece
huir pero que no se mueve.
Poesía para hablar con nuestro horizonte.
Poesía para hablar solo.
III.
Poesía intenta tocar el horizonte, recrearlo,
darle forma con los elemento fangosos de las puras entrañas. Configura lo
etéreo, crea un yo que llega más lejos, un yo que desciende, o sube, pero que
siempre arriba más allá.
Nadie nunca ha podido volver de más allá
con juicio para contarlo. Los pocos que lo lograron retornaron sobrenaturales
para no quedarse con nosotros sino saltar al árbol.
El poeta no es árbol, pero canta sus
frutos.
IV.
Nosotros, bestias humanas, formamos parte
de un tiempo y lugar, somos esencia de nuestro tiempo y espacio, la pepa que
late en la historia. Somos el aquí y ahora, incluso si eso no es más que pasado
y jamás futuro.
Y sin embargo, el esfuerzo insensato del
poeta por alcanzar el horizonte es, a su vez, su condena y salvación. Él puede
mejor que cualquiera estar más allá de allá y por tanto, volverse eslabón y
bisagra.
Más adelante siempre el poeta que tiene
que dialogar con dos espacios y tiempos: el de aquí, el suyo, y el de allá, que
está adelante en dirección a su horizonte.
Pobre ser que los soportará sobre sus
espaldas. Pobre ser que morirá aplastado.
Y a la vez afortunado que puede estar más
allá del acá y por ende, no evadirse sino absolverse de su tiempo.
V.
El poeta es un visionario que no está en
su tiempo estándolo. Habla de su tiempo sin referirse a él, porque en su
palabra está el suyo y el otro, el de adelante, que terminará viniendo, cuando
para él sea tarde.
El poeta habla de su mundo y del otro, de
lo concreto e intangible, de lo que puede sentir y de lo que no sabe si siente
todavía.
El poeta está más lejos en su camino para
llegar más allá.
El poeta es un primitivo del tiempo que
siempre empieza.
VI.
La poesía es eterna, en el sentido
histórico de las palabras: tiene principio y final, y nosotros estamos dentro.
Para ella nosotros no somos eternos; en cambio, para nosotros ella sí.
No es por poesía, pues, que ella parece
haber perdido sentido: gente que la entiende estéril, vacía página en blanco o
plumífera almohada costosa, gente que está por todos lados moviendo la boca.
Es por su tiempo.
Seres los nuestros que exigimos utilidad
en las cosas, que antes luchamos y nos entregamos al sueño concreto del bienestar,
del lado que sea, seres los nuestros que hemos vaciado nuestra existencia,
hemos de encontrar no más que vacío en el camino hacia el horizonte.
Si el horizonte tenía color del vacío,
habríamos de escribir vacío.
Me refiero a aquella frase como estética
que triunfó en los 90 y que sigue resonando en las mentes de paja: “la poesía
no sirve para nada”.
¡Y para nada servían sus poetas!
Cada tiempo con su poesía. Y para el
nuestro: una nueva.
VII.
Nuestro nunca es efímero. Y la poesía
despertó.
Hela ahí, en medio: delante de nosotros y
de Horizonte; con todo el poder de anticipar el nuevo tiempo.
¡Quítate de la cabeza revoluciones o
sometimientos!
Nuestro nuevo tiempo no es tan banal.
Exige una reinterpretación, reconfiguración, actualización, modelización,
redefinición de la esencia misma del ser humano.
Ahí se alza la poesía con licencia para
dialogar.
Posmodernos con la piel colgante,
poshumanos en la playa del invierno, transhumanos corazón de plata,
hyperhumanos de cabellos eléctricos, han de utilizar no sólo la cuántica para
dar forma al último de nuestros futuros. También la poesía.
Y eso es algo en lo que hasta el más cyborg con
pelos en las axilas está de acuerdo.
LA POESÍA ES MÁS ALLÁ.
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